domingo, 21 de agosto de 2011
Autoexigencia y miedo relacionados con ideas irracionales
Una elevada autoexigencia provoca estándares de funcionamiento altos y rígidos. Sin embargo, si bien es importante mantener niveles de exigencia personal relativa o moderadamente altos para ser competentes, aparece sufrimiento y malestar emocional cuando estos niveles son irracionales, demasiado altos e inalcanzables. Las ideas irracionales de que debes aprovechar el día al máximo o que tu futuro tiene que ser brillante y perfecto, son imperativos que llegan a volverse insoportables. Colocar de manera absoluta la felicidad en las metas establecidas, es sacarla de tu dominio personal y hacerla inalcanzable.
Un nivel exagerado de autoexigencia genera patrones estrictos de autoevaluación, y si se poseen criterios estrictos de autoevaluación, siempre se tendrá una sensación de insuficiencia. Es entonces cuando el organismo comienza a segregar más adrenalina de lo normal y la ansiedad se dispara, interfiriendo con el rendimiento necesario para alcanzar las metas establecidas. Se entra así en el círculo vicioso de aspirar cada día más y tener cada día menos, ya que las ideas irracionales harán que lo que hagamos nunca sea suficiente. Pese a los esfuerzos, las metas serán inalcanzables, y ante el sentimiento de ineficacia y la imposibilidad de controlar la situación, el estrés aparecerá, junto con la ansiedad, y éstos a su vez afectarán en el rendimiento, alejándonos cada vez más de las metas.
El miedo es otro factor que puede paralizar nuestra vida. Originariamente esta emoción tiene la función de avisarnos y protegernos del peligro. Pero tiene un lado desadaptativo, que impide que nos desarrollemos y que tomemos decisiones que nos ayuden a crecer y seguir avanzando. Nos paraliza y bloquea la mente, y cada vez nos incapacita más, sin dejarnos disfrutar de la vida. Darnos cuenta de qué emociones predominan en nosotros y qué pensamientos retroalimentan a dichas emociones nos puede hacer tomar conciencia del papel activo que tenemos en nuestra felicidad, y de cómo podemos elegir pensar de un determinado modo, para sentir y actuar en consecuencia.
Eduard Punset
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